La memoria es un bien propio,
una querencia ajena,
un extravío de la sinrazón.
Y por eso, recordarte es pasearse como
Julio por su casa
por un libro de Cortázar,
asiendo y deshaciendo al antojo,
cerrando los oídos,
disimulando con la nariz.
Tu memoria es un espejo,
mi recuerdo un insolente;
Pídeles que no se amen,
ya verás,
ya,
a ver qué pasa.
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