jueves, 28 de abril de 2011

Se hizo lesbiana.

Te dejo, hace tiempo que estoy dentro del corazón de otra, le dije. Y ella se hizo lesbiana para encontrarme.

miércoles, 27 de abril de 2011

"Dame un par de pastillas de esas..."

Desde que estuve en tu casa soy absolutamente ajena a todas mis circunstancias. Es como si mis brazos no llegasen a tocar nada. Soy indifirente... líquida. Vengo pensando desde hace unos días que es posible que me hayas pegado lo tuyo. ¿Quieres darme un par de esas pastillas? Gracias. Estos ataques de irrealidad van a acabar conmigo, Joaquín. Es como si no perteneciera al escenario de ninguna manera. Ayer, al salir de inglés vi cómo se le derramaba la cara al conserje del edificio. Parecía un derrame de nacimiento... No sé qué hacer, te lo juro. Esta mañana mismamente, el pan de molde ha empezado a ladrarme sin motivo aparente, Joaquín, ¡a ladrarme! Estoy harta de disimular que soy etérea, estoy harta de este cuerpo que es una convención estúpida. ¿Cómo lo soportas tú? ¿Quién te obliga a ti, Joaquín? Espero no ser yo, que no estés perpetuando todo esto sólo por mí... ¿Cómo? Sí, claro, claro que yo lo hago por ti, pero... es distinto, ya lo sabes. Yo nunca he sido tan volátil y tan desdichada. Te lo debo a ti, todo esto es gracias a ti. Nunca me había sentido tan plena, tan muerta, tan tuerta, tan nube. Soy una vela, Joaquín. Soy una puta vela y sólo tú te das cuenta. ¿Qué le pasa a la gente? ¿En qué coño están pensando mientras sacan a pasear a sus hijos y a sus mascotas? No sé si debería decirte esto, pero... hace un rato, cuando estaba con Natalia en el parque he empezado a ver cosas. Sí, claro que veo cosas continuamente, pero tú ya me entiendes, lo que quiero decir es que he visto ciertas cosas. No, no me hagas decírtelo, por favor... He visto dos amantes. ¡Dos amantes, Joaquín! Dos amantes que ni siquiera se conocían, estaba cada uno en un extremo del parque, sin mirarse, sin olerse, sin ser conscientes de que asistían a la soledad del otro. No. No te rías. ¡No te rías! No tiene ni puta gracia. Tú ya estás acostumbrado, pero para mí todo esto es nuevo, ¿sabes? No sé cómo debo actuar cuando siento que mis colmillos abandonan mi boca para ir corriendo a tirarse desde el balcón. Tengo miedo. Anda, dame un par más de pastillas de esas... Hoy mientras comía me he peleado con un cubo de Rubick. Últimamente no sé qué hago pero acabo a gritos con todo el mundo. No, claro que contigo no, ¡pero es que tú no eres parte del mundo! ...Creo que voy a mandar a Natalia con su padre una temporada. Si pasa mucho tiempo junto a mí puede convertirse en la contraportada de una novela de las malas, es muy pequeña, ya lo sabes. ¿Sabes? Me da miedo que llegue el día en que me pregunte por qué su papá es un muñeco de cera... ¿Y qué se supone que tendré que responderle yo? Pobre Natalia, su padre un muñeco de cera y su madre una puta vela que se cree una mujer de clase media...

domingo, 10 de abril de 2011

Retales de Paula I

En lugar de coleccionar sellos, monedas o coches de época, Paula colecciona obsesiones. Y no lo hace voluntariamente, aunque tampoco es algo de lo que no sea consciente. Es la simbiosis perfecta entre lo que se odia y lo que se necesita, entre lo que se rechaza y lo envidiado. Paula nunca ha salido de su país, pero no por incapacidad económica, o miedo a los aviones, sino porque no ha sentido jamás la extraña necesidad de viajar, de conocer sitios nuevos. Paula es feliz en su mundo, con su mundo. Su mundo, que es un gato persa al que no echa cuenta, un par de vaqueros desgastados, el ordenador portátil, y la pequeña librería en la que trabaja. Y las obsesiones, claro, no nos olvidemos de las obsesiones.