lunes, 12 de julio de 2010

Paula y sus bragas desgastadas

Desnuda sobre la cama, de rodillas y de cara a la pared, con unas bragas blancas y desgastadas como única cobertura para su piel, Paula lloraba, más bien gimoteaba, de una manera tan sensual como estremecedora, y sus dientes, que en otra época fueron joyas de coleccionista, se abrazaban unos a otros dentro de su boca buscando consuelo, encontrándolo o no, en los continuos lametazos que recibían de la lengua.
Hacía días que Julio no llamaba, que no aparecía por allí, que no se preocupaba por ella, su princesita de caramelo, su frágil y diminuta hada, y la angustia, el desasosiego o la ansiedad a la que Paula estaba tan desacostumbrada últimamente, concretamente desde que Julio llegó a su vida, a su cama mejor dicho unos meses atrás, volvía a aflorar por toda su geografía, incluidas las corvas de las rodillas, que era la parte favorita de Julio, donde más tiempo pasaba cuando se enfrentaban a una de esas batallas desenfrenadas y entusiastas, cuando se entregaban al bélico placer del todo o nada en un instante...

No hay comentarios:

Publicar un comentario