viernes, 18 de junio de 2010

Bécquer y nosotros

A veces pienso que tú y yo somos poco más que una concepción temporal, una forma de comprender nuestro presente, o nuestro futuro. El pasado no, porque no es lo suficientemente homogéneo, ni lo suficientemente violeta. A veces pienso en ti como en una mentira que nunca dije, una nube con forma de nube, o un hielo de más en el cubata, y es entonces cuando lo entiendo todo. Como por arte de magia, o como si fuera consecuencia de un giro inesperado en la trama de esta novela que es vivirte, soy consciente de ti, de mí, de por qué no, de por qué sí, de nuestra ruptura, de nuestro reencuentro, soy de pronto consciente de tu lengua, de tu ombligo, de tu cintura de quinceañera metida a universitaria, y sobre todo, soy consciente de tus encías.
Por eso, y no por otra cosa, cuando te cojo de la mano, el tiempo parece pararse. Y digo parece por usar un verbo copulativo, porque sé que son tus favoritos. Sé que te gusta disfrazarte de verbo copulativo para copular conmigo, y aunque no lo entiendo (yo prefiero las interjecciones), me resulta algo sumamente poético.

Al fin y al cabo, la poesía no es sino otra forma de concebir el tiempo, y por eso es que Bécquer tenía tanta razón.

1 comentario:

  1. He visto tu blog en el tuenti de Dara.. Me he permitido echarle un vistazo y la verdad es que me ha gustando bastante.. así que te sigo :)
    Besos imaginarios..

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