viernes, 23 de diciembre de 2011

Dos sonetos a cuatro manos

I.

El color púrpura de tus mejillas
cuando no hay nada. El universo
que se expande cuando me das un beso.
El calor, la saliva, las cosquillas,

el sol que brilla en tu cabellos negros,
la órbita que describen tus caderas,
los vanos, las ausencias, las esperas,
el primero piano y luego allegro.

Miénteme que sí, mátame que no,
destrózame el alma, por compasión,
que viene un tsunami cuando te miro.

Fúmame, aráñame, no te mueras,
date prisa, corazón, ¿a qué esperas?
No me quieras: quiéreme. (Yo suspiro)


II.

Mi ceguera es temporal si tú me miras
con esos ojos tuyos de caballo,
mis reyes se convierten en vasallos,
mi corte se disuelve en tus pupilas.

La vida se hace muerte o viceversa,
los mares son los cielos y los surco
en patinete. Cuando no te busco
te encuentro o te pierdo o a la inversa.

Que te diga vete no significa
que acate mi ceguera como un ciego
cualquiera. ¿Sabes? Tú me miras, luego

existo: Eres tú quien me fabrica
en cada pestañeo. Si te veo
mirarme se han cumplido mis deseos.


(Con Michèle Novovitch)

2 comentarios:

  1. 'Miénteme que sí, mátame que no,
    destrózame el alma, por compasión,
    que viene un tsunami cuando te miro.'
    Pues m'encanta :]

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